3 de mayo de 2013

FELIX RODRIGO MORA EN LA "CASA" DEL BAH DE VALLADOLID




Félix Rodrigo Mora




Siglas del grupo "Bajo el asfalto está la hierba"




El pasado sábado 27 de abril, mi amigo el gran pensador y humanista  Félix Rodrigo Mora, regresó nuevamente a Valladolid, desde que el 14 de ese mismo mes pero del año anterior, nos hubiera igualmente honrado con su visita, invitado aquel entonces por “la ventana esmeralda”, a unas intensas y memorables jornadas que ya han hecho historia.
De la talla intelectual del discurso de Félix, me ahorraré los comentarios, limitándome a adjuntar el audio completo de su intervención (al final de este artículo), únicamente diré que, una vez más, la claridad de ideas y la profundidad de sus convicciones, fueron el santo y seña de un hombre al que tantos admiramos, y que se ha ganado, por derecho propio, el respeto de toda una generación.
Me centraré, principalmente, en el entorno donde tuvo lugar este encuentro y en el ambiente que se creó a su alrededor, un encuentro que se desarrolló en “La Casa”, entrañable término con el que conocemos el otrora espacio abandonado y medio derruido que, desde hace ya varios años, vienen okupando varias familias, tras rehabilitarlo y convertirlo en su hogar, en medio de un corral y de unas tierras que han preparado para la siembra y que trabajan diariamente, y de cuyos frutos se nutren y alimentan.
Aparte de la jornada de “puertas abiertas” en la que se mostró a quiénes lo desearon, algunas técnicas de riego, a última hora de la tarde, nos reunimos en “La Casa” unas ochenta personas, pertenecientes a diferentes sensibilidades sociales y políticas y cuyo común denominador fue el inconformismo militante frente al Sistema y la coherencia en el modo de trabajar por un cambio cierto en los esquemas sociales y mentales.
Un ambiente cálido, donde se respiraba libertad, respeto y autonomía; un espacio donde no había lugar ni para la televisión, ni para ningún otro artefacto tecnológico subyugante, y en el que varios cartelitos te “invitaban” a que quemases tu móvil; un espacio donde no había ningún lujo, pero tampoco nada que echásemos de menos porque allí parecíamos tenerlo todo; varias horas en armonía, ni siquiera “rota” por asaltos fascistas como el que Félix sufrió hace muy poco tiempo en Zamora en una charla organizada por la CNT.
Un espacio donde, cuando se hizo de noche, sólo brillaban dos simples bombillas (y una de ellas con dificultad) gracias a una energía conseguida por medios artesanales, y en el que, los tableros de las mesas, que sirvieron para una cena vegana, eran los reversos de unos lencerados sobre los cuales los padres enseñan a escribir a sus hijos sin necesidad de ninguna clase de adoctrinamiento religioso ni del Estado.
Un lugar donde hubo la oportunidad de intercambiar pareceres, de conocer nuevas personas, de comprender que somos muchos los que estamos en la misma onda, donde cuando hablas te sientes respetado, y donde cuando escuchas, interiorizas con tu yo más íntimo, porque, en ese lugar, aunque a algunos les suene a blasfemo, se respiraba, en medio de una inequívoca bocanada poética, espiritualidad de la auténtica.
Aunque es hora de superar los estereotipos, me gustó ver gente con gorras que me recordaban a los anarquistas de antes y a los antisistemas de ahora, así como la más variada amalgama de vestidos y de colores, que hablaban de todo, menos de uniformidad y de mal gusto, y sí de un creativa y heterogénea diversidad; me encantó acariciar el precioso perro de una de las asistentes, uno de esos emblemas que la escoria reaccionaria ha aprovechado para tildar a cualquier rebelde que se alza contra el Sistema como “perro flauta”, un término que, para su disgusto y muy por el contrario, debe de enorgullecernos, porque, no sólo, solemos ser amigos de los canes, sino que también suele gustarnos el sonido de unos instrumentos musicales tan ensoñadores como aquella.
Y tras cenar, con la moderación y la templanza propias de quiénes aspiramos principalmente a alimentarnos con los valores que tanto nos unen y nos llenan, la Música, una música con tintes irlandeses salidos de las cuerdas de los violines y de la guitarra de los tres artistas que formaron parte de aquella bonita y también inolvidable velada, medio en penumbra, antesala que invitaba al romanticismo.
Una vez más, amigo Félix, has sido capaz de aglutinar en torno a tu mensaje, y espoleado por la rebeldía y por el inconformismo, a un público ávido de Verdad, esta vez en esa “Casa”, que es la tuya, y donde los amigos del admirable grupo Bajo el Asfalto está la Hierba BAH, nos brindaron a todos la oportunidad de vivir unas horas entrañables al calor de la simpatía, la generosidad y la autenticidad de quiénes, haciendo alarde de nuestra coherencia, volamos libres, igual que el viento, y nos regalamos, sin condiciones, el valor eterno de la calidez de la conversación, a lomos del lenguaje de una sonrisa arropada por el manto creativo de la espontaneidad fecunda.
Nota: no adjunto fotografías del espacio okupado por “La Casa”, ya que por respeto a sus moradores, al no conocer si ese podría ser su deseo, he preferido no hacerlo.
Aundio completo de la intervención de Félix Rodrigo Mora en la Casa del BAH de Valladolid el sábado 27 de abril de 2013

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