26 de agosto de 2014

LA CARTA EXTRAVIADA

Entre la razón y la locura hay un tabique muy fino. Nunca me importó estar de un lado o de otro.
A menudo, me he sentido exiliado de ambos mundos. Pertenezco al reino de los que, sin estar locos,no pudieron ser cuerdos.
Una fatalidad preside mi existencia: brizna de hierbas entre adoquines, me
agostaré en la soledad, donde siempre, acuchillado de gentes, he inventado mi vida. No tengo nada que ver con los hombres organizados. No labro mi sepulcro en ninguna institución. 
 
A la sociedad le debo el pan y el odio; lo que ella me debe, se lo perdono. Todo cuanto puede darme, está manchado de horror...
Cuando era joven y vivía sin consciencia, a salvo de los remordimientos y de la premeditación, una consigna fortificaba mis días. Decía así: “Los Mundos Convulsos, el Pensamiento Errante, la Vida Irregular; y Ahora Tú”. 
Atravesando hoy el umbral de mi primera vejez, de vuelta ya del
candor aventurero de toda consigna, me sujeto sin embargo a un texto que me acompaña como una esposa –y que tú deberías haber sabido leer en mi forma de estimarte y rehuirte. Esto dice: “En relación conmigo, hay una esperanza que cualquier persona tiene ya de antemano que dar por perdida: la esperanza de poder dominarme. En segundo lugar, soy feliz”. Hazte cargo. Si hay algo
terrible en mí, es mi franqueza. Y aunque en nada valoro la bondad, no soy más que un hombre bueno. El hombre bueno hiere a derecha y a izquierda. No desea dañar a nadie, pero tampoco puede remediarlo.
 
Tiendo a ser caótico –¿por qué habría de no serlo? ¿Qué es lo que tanto temes del caos? Sé que te herí muchas veces. Tú jamás ofendes a nadie: ¿no habrás nacido muerta, de padres que nunca han vivido? Lamento de corazón haberte maltratado. Discúlpame. Los mundos que tú vives desde
dentro y que forman ya casi parte de tu piel; yo solo los he vivido desde fuera, pero siempre han formado parte de mi pesadilla. Estoy persuadido de una cosa: no vale la pena perder el tiempo conmigo. No consentí que me enseñaran a ablandarme en la amistad. A nadie hago la vida más fácil.
 
No sabiendo mentir, mi compañía molesta. Ni en sueños tengo un futuro que me quepa compartir con alguien; ni en sueños una voluntad duradera con que tranquilizar al menos a los demás. Vivo de paso; de paso por las tierras, por los hombres, por los pensamientos... 
 
Dices que he perdido el rumbo, que no tengo adónde ir. Quizás te equivoques. De todas formas, sí sé lo que llevo conmigo. Ebrio de orgullo (recuerda a Baudelaire: “orgullo, esa defensa frente a toda miseria”), suelo aludir a mis Cuadernos de Notas, palpitantes en el fondo de una mochila siempre
hambrienta de viaje, con estas palabras:
 
“Mis alas son un hogar”
 
No me aflige pensar que nuestra amistad (si eso fue lo que hubo) ha concluido. Mejor para ti. No te guardo rencor. Un día te ganaste mi aprecio; y te sigo apreciando, aunque no vivamos la misma realidad y solo de incomprensión y miedo haya estado hecho nuestro vínculo. 
 
Si hay caminos, desde el tuyo el mío no se ve.
Hasta nunca.
 
Pedro García Olivo

22 de marzo de 2014

Esbozos de Pedro García Olivo

Una insistencia, con la voz de otro: Nietzsche en su lucidez terminal, en el asilo para dementes de Jena, poco antes de morir:
"Esta ha sido la causa de mi ruina: el divorcio entre lo que he predicado y lo que he hecho; y lo ha sido también de la mente occidental, que, como la mía, está enloqueciendo".



" He llegado a odiar tanto la fase "mórbida" del crecimiento económico español, la mentira cruel del "Estado del Bienestar" y la hipermentira homicida del "Estado de Derecho", que, lo confieso, deseo de corazón el hundimiento de este buque. Las "malas noticias sobre nuestra economía" me llenan de algo muy parecido a la esperanza. ¿Podremos ser diferentes, vivir de un modo más sano y menos "humano", cuándo ya no se nos permita ser como somos y vivir como hemos querido?"

 "Desde un punto de vista teórico, teniendo en cuenta su lugar en el marco de la opresión política (el Estado) y de la dominación social (la sociedad de clases capitalista), no cabe duda de que el Profesor es un monstruo. Desde un punto de vista empírico, y los he conocido durante un cuarto de siglo, es verdad que, en comparación con el conjunto de la población, "apenas trabajan" -no mucho más de las 18 horas lectivas a la semana, que a veces son horas de 50 minutos..."

"Sostengo, como valor-refugio en un mundo en quiebra, el sentimiento de la hermandad, entendida nunca como "camaradería", sino como amistad depurada.
Ser amigo de otro es participar de las búsquedas y de las perdiciones del otro, con la esperanza de que también nos acompañe en nuestros experimentos y en nuestras derrotas. Las organizaciones se basan en la camaradería; y los des-organizados, los sin-camaradas, dependemos de la amistad."


"El "Estado del Bienestar" se fundó en un estar-mal de la mayor parte del Planeta. Pugnar por él es amplificar la miseria de los territorios que explotamos. Abomino del bienestar porque aspiro a dormir en paz por las noches."

  "Cuando hubiera podido decirse que la amistad entre Sartre y Camus se agrietaba, pues el primero se mostraba "comprensivo" ante la violencia política revolucionaria y el segundo seguía apegado al dolor empírico de las víctimas, cuando más discutían y con más acritud, había algo que los dos sabían y que se dijeron: "discutir es una forma de estar juntos".

 "Pensar la vida, vivir el pensamiento": esta consigna, que está en el origen de nuestra filosofía, ya no se cumple. "Solo hay pensamiento donde hay crisis", dijo Zuleta, y hoy, tal vez por ello, se piensa. Pero no se vive el pensamiento. Deleuze canta a la fuga desde una vida ordenada, Sloterdijk se entusiasma con los quínicos desde la academia y desde la opulencia. Y así casi todos nosotros..."

 Deleuze, profesor de la Sorbona, un día se tiró por el balcón. Su amigo Virilio sostuvo que lo hizo porque ya no podía respirar, que solo respiraba muy de mañana, desde que se despertaba y hasta que tenía que acudir a la Universidad. Una frase suya se me clavó: "A los que dicen que huir no es valeroso, responde: ¿Quién no es fuga? El valor reside en aceptar el huir antes que vivir quieta e hipócritamente en falsos refugios. Es posible que yo huya, pero a lo largo de toda mi huida busco un arma."

 Lo que me digo, desde el final: vivir la vida como Obra, enfrentarse al futuro como el escultor a la roca. Y que sea una Obra/Vida sublevada.

" Cada hora que trabajamos para otro o en lo otro es una hora que no vivimos, que nos han robado y que nos hemos robado. Cada hora de vacación es una hora de falsa vida, de mera restauración para el subsiguiente hurto de nosotros mismos. El sudor de un hombre trabajando "apena", la sonrisa de ese mismo hombre en sus vacaciones "hiere".

 " La ética sugiere que en un orden igualitario, sin explotadores y explotados, en un "estado de comunidad", robar carece de justificación. El sentido común señala que allí donde la desigualdad y la opresión se constituyen en ley, allí donde subsiste la plusvalía y donde crece la penuria, el robo de los desfavorecidos, de los expoliados, no solo está justificado: es un deber de la conciencia insumisa. "Es más digno pedir que trabajar, pero es más edificante robar que pedir", escribió Genet."

 "¡Huye, hombre, huye!". Vivo este lema en los nervios de mi corazón. "¡Vota, esclavo, vota!": esto es lo que se nos pide y constituye un enigma mayor cómo la gente se arrodilla y ofrece la espalda al látigo. No logro entenderlo, de verdad. ¿Padezco autismo? ¿Por qué ofrecemos la espalda al látigo?

  "El planeta debería saber que no todos los hombres son monstruos, aunque los más poderosos sí lo son y una parte grande de los más débiles aspiran a serlo. Sueño con una justicia lírica del universo en la que el planeta discriminaría entre los hombres y acabaría con la humanidad monstruosa."

 "Se celebra en los medios que un avión saltó de México a Madrid quemando, no ya queroxeno, sino biodiesel. Se celebra, pues, el hambre de tantas gentes del Sur, el expolio de los territorios indígenas, de las pequeñas propiedades campesinas,... Lo que se presenta como avance en la lucha contra el cambio climático solo constituye un paso más en la acumulación capitalista, un sembrado de miseria, indefensión y muerte."

" INDIGNARSE ES COSA DE SEÑORITOS


Creo, de corazón, que ese movimiento, en su conjunto, en su componente dominante, está del lado del Poder y contribuye a la “reparación” de la Democracia. Lo valoro como una estrategia del Capital para aplacar protestas “menos educadas”, como las que se han dado recientemente en Reino Unido y habrán de repetirse a lo largo del viejo, y moribundo, Continente.
El 15-M sostiene un discurso central que cabe perfectamente en la inmensa mentira del Estado de Derecho. Habla, sin rubor, valga el ejemplo, de una “reforma de la ley electoral”... Quiero decir que estamos ante el “reformismo” de siempre, pero un poco más perverso, pues pretende “representar” la contestación social y, ciertamente, no la representa. Representa, eso sí, a los indignados de la clase media deprimida, de la clase media amenazada en su tan sucio “bienestar”, de las capas privilegiadas de los trabajadores, de los estudiantes semi-acomodados, de la pequeña burguesía que aspira a más y se encuentra con menos,... No es trivial que acepte un título de origen infame (“la indignación”), derivado de una obra en absoluto subversiva y solo superficialmente “crítica”.
Contra los indignados, cabe apostar por los los desesperados; contra los “niños buenos pacifistas”, por los “diablos del robo y de la violencia”; contra los que quieren “mejorar” la Democracia, por los que pretenden abolirla.
No, compañeros, no estoy del lado del 15-M, aunque sí me siento cerca de las personas que siguen luchando “desde dentro” de ese movimiento para darle otro aire. Pero creo que su esfuerzo es vano: así como jamás se le conseguirá conferir “rostro humano” al Capitalismo, nunca veremos a la gente del 15-M tentar las vías de la transformación social. El 15-M simboliza hoy la Desobediencia Inducida, el Ilegalismo Útil, la Falsa Lucha. Cosa de señoritos.
No me gusta escribir contra la praxis de mis amigos, contra la acción de las personas que más estimo. Pero, si hablamos del 15-M, he de hacerlo..."

 Asentamiento de desplazados de guerra que, en el contexto de la Revolución Sandinista (1985), se instituye como "comunidad de hombres libres", en la cancelación de la fractura social y del despotismo político. Este "borrador" videográfico forma parte de "Comuneros. El eterno retorno del anhelo libertario", ensayo fílmico, en elaboración, de Pedro García Olivo.
http://pedrogarciaolivo.wordpress.com/


Estraidos de su pagina de facebook.

18 de febrero de 2014

Sobre el Estado de bienestar

"Todo en el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado."
Mussolini

1. La tradición histórica del Estado de bienestar

Para la es­ta­bi­li­dad y la so­li­dez de to­dos los sis­te­mas de do­mi­na­ción siem­pre ha sido me­jor que el pue­blo vea sus ca­de­nas lo su­fi­cien­te "li­ge­ras" o "ra­zo­na­bles". Que vea su­fi­cien­te "be­ne­vo­len­cia" en la or­ga­ni­za­ción so­cial cus­to­dia­da por el po­der de unas éli­tes. Si se pue­de ga­ran­ti­zar que un sec­tor im­por­tan­te de la so­cie­dad no viva en un es­ta­do de fuer­te e inex­tin­gui­ble des­con­ten­to y cons­cien­cia de ser mal­tra­ta­do, el sis­te­ma se en­con­trará mu­cho más se­gu­ro.
So­bre ésta cues­tión se ha lle­ga­do a teo­ri­zar abier­ta­men­te. Sólo hay que leer, por ejem­plo, "El Prínci­pe", de Ma­quia­ve­lo, o las afir­ma­cio­nes de político con­ser­va­dor alemán Lo­renz von Stein, que acuñó la noción de "Es­ta­do so­cial", re­co­no­cien­do su uti­li­dad para evi­tar la re­vo­lu­ción. La do­mi­na­ción más per­fec­ta es aque­lla en que el es­cla­vo tie­ne los amos en bue­na con­si­de­ra­ción.
Este "Es­ta­do So­cial" (tam­bién lla­ma­do "Es­ta­do Pro­vi­den­cia") es el an­te­ce­den­te di­rec­to del ac­tual mo­de­lo de "Es­ta­do de bie­nes­tar". Lo em­pe­za­ron a ins­tau­rar las éli­tes de las prin­ci­pa­les po­ten­cias eu­ro­peas, en el pro­ce­so de con­so­li­da­ción de los "Es­ta­dos-nación", du­ran­te la se­gun­da mi­tad del si­glo XIX (1).
An­tes de esto, ya se había co­no­ci­do el "pan y cir­co" del im­pe­rio ro­mano y el des­po­tis­mo ilus­tra­do de los Es­ta­dos monárqui­cos pre­li­be­ra­les ("todo para el pue­blo pero sin el pue­blo").
Des­de el dis­cur­so ofi­cial y sistémico, ur­di­do des­de la aca­de­mia, se dice que el Es­ta­do de bie­nes­tar for­ma par­te de la tra­yec­to­ria de evo­lu­ción y pro­gre­so de las so­cie­da­des oc­ci­den­ta­les. De en­tra­da, se re­co­no­ce que siem­pre se ha te­ni­do que or­ga­ni­zar la sa­tis­fac­ción de las ne­ce­si­da­des de las per­so­nas y que, an­tes, si no lo hacía el Es­ta­do, lo hacía el pue­blo con sus pro­pios re­cur­sos. En­ton­ces, se su­po­ne que es un gran avan­ce en la his­to­ria de la hu­ma­ni­dad, vin­cu­la­do a al­gu­na su­pues­ta "evo­lu­ción" en la cons­cien­cia so­cial so­li­da­ria, que esta sa­tis­fac­ción pase a ser una cues­tión "públi­ca na­cio­nal", en ma­nos del Es­ta­do.

2. La tradición histórica de la comunidad y la ayuda mutua

La "teoría del Pro­gre­so", doc­tri­na ofi­cial fun­da­men­tal para la jus­ti­fi­ca­ción del sis­te­ma ac­tual, nos vie­ne a de­cir que la so­cie­dad de hoy en día, don­de el Es­ta­do y el ca­pi­ta­lis­mo se en­cuen­tran hi­per-desa­rro­lla­dos, es mu­cho me­jor que to­dos los es­ta­dios an­te­rio­res de la his­to­ria. Es de ma­nual: los al­ta­vo­ces del sis­te­ma di­fun­den que todo lo que exis­tió fue­ra de él fue­ron ho­rro­res, aún peo­res que los ac­tua­les.
La reali­dad, no obs­tan­te, es que los Es­ta­do no han sido siem­pre tan om­ni­po­ten­tes y om­ni­pre­sen­tes como hoy en día. En mu­chos mo­men­tos de la his­to­ria han pre­do­mi­na­do las prácti­cas po­pu­la­res y hu­ma­nas de la ayu­da mu­tua, el com­par­tir, la re­ci­pro­ci­dad, el tra­ba­jo co­lec­ti­vo para in­di­vi­dua­les o para el bien común... es vi­tal que lo co­noz­ca­mos y lo ten­ga­mos bien pre­sen­te.
To­das es­tas prácti­cas flo­recían con no­ta­ble vi­gor y en di­ver­sos lu­ga­res del mun­do en los si­glos an­te­rio­res al gran pro­ce­so de mer­can­ti­li­za­ción ca­pi­ta­lis­ta de la tie­rra y el tra­ba­jo (2). El pue­blo tenía un pa­tri­mo­nio pro­pio, común o co­mu­nal, de gran­des ex­ten­sio­nes de cam­pos, bos­ques, mi­nas... de apro­ve­cha­mien­to co­lec­ti­vo, y de mu­chas otras in­fra­es­truc­tu­ras pro­duc­ti­vas com­par­ti­das. Para ges­tio­nar este pa­tri­mo­nio común y to­mar de­ci­sio­nes so­bre la vida co­lec­ti­va tam­bién con­ta­ba con ins­ti­tu­cio­nes de de­mo­cra­cia real (es de­cir, di­rec­ta), como el con­ce­jo abier­to en la Penínsu­la Ibérica (3). Tam­bién se ras­trea la ten­den­cia a la mu­tua asis­ten­cia en otras for­mas de so­cie­da­des prees­ta­ta­les (4).
Más tar­de, en la so­cie­dad re­sul­tan­te de la re­vo­lu­ción li­be­ral e in­dus­trial el pro­le­ta­ria­do tam­bién or­ga­nizó, in­fluen­cia­do por las ideas so­cia­lis­tas y por la tra­di­ción que co­no­cen, vi­nien­do del mun­do ru­ral, un am­plio te­ji­do so­cial de apo­yo mu­tuo. Al Es­ta­do español, des­de el últi­mo cuar­to del si­glo XIX has­ta 1939 en mu­chas ciu­da­des se fue­ron ex­ten­dien­do mu­chas y va­ria­das for­mas de mu­tua­lis­mo, coope­ra­ti­vis­mo y so­li­da­ri­dad en­tre los obre­ros.
"(...) La razón número uno que lle­vo al ente es­ta­tal a cons­ti­tuir lo que lue­go se lla­maría Es­ta­do pro­vi­den­cia o Es­ta­do de bie­nes­tar o Es­ta­do so­cial fue la des­truc­ción de las ex­pre­sio­nes, mu­chas y bas­tan­te po­de­ro­sas, de au­to­su­fi­cien­cia co­lec­ti­va, coope­ra­ción en la base, au­to­nomía or­ga­ni­za­ti­va, sis­te­mas mu­tua­lis­tas de ayu­da y asis­ten­cia, com­ba­ti­vi­dad pro­le­ta­ria y ma­ni­fes­ta­cio­nes au­to­ges­tio­na­das de una cul­tu­ra, un sa­ber y un arte pro­pios. Has­ta la gue­rra ci­vil había por to­das par­tes so­cie­da­des obre­ras que con bas­tan­te efi­ca­cia y en el régi­men de au­to­ges­tión pro­por­cio­na­ban a sus so­cios y so­cias pen­sio­nes por en­fer­me­dad y ju­bi­la­ción, así como am­pa­ro a los fa­mi­lia­res, hi­jos-hi­jas y viu­das-viu­dos, en caso de in­ca­pa­ci­dad tem­po­ral, ac­ci­den­te o fa­lle­ci­mien­to, a la vez que aten­ción médica re­gu­lar. Otras en un número enor­me eran coope­ra­ti­vas de con­su­mo de pro­duc­tos bási­cos, o de los in­su­mos ne­ce­sa­rios para que los ar­te­sa­nos, pes­ca­do­res o agri­cul­to­res pu­die­ran rea­li­zar su tra­ba­jo en me­jo­res con­di­cio­nes. (…) Mu­chas coope­ra­ti­vas obre­ras tenían sus hor­nos de pan y otras in­fra­es­truc­tu­ras bási­cas. Ta­les so­cie­da­des se servían de pro­ce­di­mien­tos de ges­tión tan sen­ci­llos como efi­ca­ces, rea­li­za­dos a la vis­ta de to­dos los so­cios y so­cias, ge­ne­ral­men­te sin fun­cio­na­rios asa­la­ria­dos." (5)
To­das es­tas es­truc­tu­ras y va­lo­res se tu­vie­ron que des­truir a san­gre y fue­go para po­der ins­tau­rar, du­ran­te el fran­quis­mo, el Es­ta­do de bie­nes­tar en "España". Por esto fue im­pres­cin­di­ble la in­ter­ven­ción mi­li­tar de 1936-1939.

3. La crítica al Estado de bienestar

Las per­so­nas an­ti­ca­pi­ta­lis­tas, que es­ta­mos a fa­vor de la abo­li­ción de la pro­pie­dad pri­va­da y del tra­ba­jo asa­la­ria­do, re­cha­za­mos la ins­ti­tu­ción del Es­ta­do. Este po­si­cio­na­mien­to había es­ta­do siem­pre cla­ro, to­dos los análi­sis clási­cos del pen­sa­mien­to so­cia­lis­ta re­co­no­cen que el Es­ta­do mo­derno y el ca­pi­ta­lis­mo, des­de su ori­gen, fue­ron de la mano (6). Su com­pli­ci­dad y alian­za, pues, es un he­cho esen­cial histórico, no re­cien­te, como in­sinúa quien ha­bla de un su­pues­to "se­cues­tro de la de­mo­cra­cia" en ma­nos de las éli­tes ca­pi­ta­lis­tas/​fi­nan­cie­ras, o de la "teoría de las puer­tas gi­ra­to­rias" (7), como si fue­ra una no­ve­dad la alian­za sis­temática en­tre las éli­tes políti­cas y las económi­cas.
Esta com­pli­ci­dad ha sido ol­vi­da­da en gran par­te a con­se­cuen­cia de las con­ce­sio­nes da­das a través del Es­ta­do de bie­nes­tar, con las que se ha con­se­gui­do "com­prar" a las cla­ses po­pu­la­res, ha­cien­do que acep­ten la do­mi­na­ción del Es­ta­do, el ca­pi­ta­lis­mo y to­das sus es­truc­tu­ras jerárqui­cas. Pero si re­cha­za­mos el Es­ta­do, por­que pen­sa­mos que las per­so­nas tie­nen que con­vi­vir au­to­go­bernándo­se y au­to­or­ga­ni­zan­do de­mocráti­ca­men­te la to­ta­li­dad de su exis­ten­cia, te­ne­mos que re­cha­zar tam­bién el Es­ta­do de bie­nes­tar.
Es fun­da­men­tal con­tra­rres­tar el dis­cur­so he­gemónico sistémico y so­cial­demócra­ta que de­fien­de el Es­ta­do de bie­nes­tar como mo­de­lo legítimo, re­pi­tien­do in­can­sa­ble­men­te que lo que éste po­see y ges­tio­na es cosa de to­dos, es "públi­co". No po­de­mos acep­tar la di­co­tomía ofi­cial "púbico"(es­ta­tal)/​pri­va­do. El Es­ta­do jue­ga el pa­pel de "po­licía bueno" y "los mer­ca­dos" el de "po­licía malo", pero es­tas ins­ti­tu­cio­nes sólo son las dos ca­ras de la mis­ma mo­ne­da: un sis­te­ma de do­mi­na­ción y con­cen­tra­ción de po­der político y económico. La di­co­tomía esen­cial se en­cuen­tra en­tre la ges­tión y la pro­pie­dad po­pu­lar o la ges­tión y la pro­pie­dad pri­va­da, sea esta ca­pi­ta­lis­ta o es­ta­tal.
Así pues, hoy en día es me­nes­ter po­ner so­bre la mesa y desa­rro­llar una crítica fun­da­men­ta­da al "Es­ta­do de bie­nes­tar". Pen­sar y ha­cer esta crítica, con ánimo de en­con­trar cri­te­rios de su­per­ación a las di­co­tomías estéri­les, es cosa de to­das las per­so­nas que apos­ta­mos por un cam­bio eman­ci­pa­dor de la so­cie­dad en que vi­vi­mos. A con­ti­nua­ción ex­po­ne­mos al­gu­nos mo­ti­vos que nos lle­van a im­pug­nar la do­mi­na­ción es­ta­tal del mis­mo modo que im­pug­na­mos la do­mi­na­ción ca­pi­ta­lis­ta:
  • El Es­ta­do de bie­nes­tar es, en esen­cia, una ins­ti­tu­ción pro-ca­pi­ta­lis­ta. Así, ha fo­men­ta­do cons­cien­te­men­te, me­dian­te todo tipo de le­yes, re­gu­la­cio­nes y ac­cio­nes, el cre­ci­mien­to de la eco­nomía de mer­ca­do y la ex­pan­sión del con­su­mo, así como el desa­rro­llo del gran ca­pi­tal pri­va­do (8). Mu­chos sec­to­res cla­ve de la eco­nomía no serían ren­ta­bles si no fue­ra por el fo­men­to, man­te­ni­mien­to y in­con­di­cio­nal apo­yo económico y político otor­ga­do por el Es­ta­do.
  • El Es­ta­do de bie­nes­tar es un órgano al ser­vi­cio del man­te­ni­mien­to de los pri­vi­le­gios de un sec­tor de la po­bla­ción y de una pe­queña par­te del mun­do. Son los países del "pri­mer mun­do", y en par­ti­cu­lar las cla­ses me­dias de es­tos, los que se be­ne­fi­cian del Es­ta­do de bie­nes­tar. Es­tos "pri­vi­le­gios" no se podrían ge­ne­ra­li­zar, se tra­ta de un jue­go de suma cero: para que unos "ga­nen" los demás tie­nen que per­der.
  • El Es­ta­do de bie­nes­tar es el re­sul­ta­do del aban­dono y la de­gra­da­ción de los an­he­los so­cia­lis­tas. Éste se fun­da­men­ta ideológi­ca­men­te en el key­ne­sia­nis­mo, co­rrien­te que for­ma par­te de una tra­yec­to­ria de com­ple­ta de­ri­va de las ideas re­vo­lu­cio­na­rias ha­cia la clau­di­ca­ción y la acep­ta­ción de la so­cie­dad ca­pi­ta­lis­ta. La "so­cial­de­mo­cra­cia" ol­vi­da to­tal­men­te los prin­ci­pios y ob­je­ti­vos del so­cia­lis­mo: cons­truir una so­cie­dad her­ma­na­da, sin cla­ses ni Es­ta­dos, sin ex­plo­ta­dos ni ex­plo­ta­do­res, go­ber­nan­tes ni go­ber­na­dos. A la vez, los par­ti­dos y mo­vi­mien­tos so­cia­les so­cial­demócra­tas abra­zan las ins­ti­tu­cio­nes y es­truc­tu­ras del sis­te­ma, pa­san­do a ser una par­te in­te­gral y fun­da­men­tal de éste en cues­tión de poco tiem­po (9).
  • El Es­ta­do de bie­nes­tar pro­mue­ve el desa­rro­llo de una so­cie­dad-gran­ja. La idea de fon­do del mo­de­lo "bie­nes­ta­ris­ta" es­ta­tal es que una so­cie­dad es acep­ta­ble, jus­ta y de­mocrática si los pas­to­res pue­den ofre­cer su­fi­cien­te pien­so al pue­blo-rebaño. Este mo­de­lo, pero, pasa por alto que la li­ber­tad, in­di­vi­dual y co­lec­ti­va, como ca­pa­ci­dad y res­pon­sa­bi­li­dad de au­to­de­ter­mi­nar­se, es un bien hu­mano fun­da­men­tal, y en la me­di­da que no lu­cha­mos por ella ni vi­mos en acor­de a ella, que pre­fe­ri­mos el bie­nes­tar ma­te­rial y la co­mo­di­dad, va­mos a peor.
  • El "Es­ta­do so­cial" es anti-so­cial. El Es­ta­do de bie­nes­tar pro­mue­ve un mo­de­lo en que tien­den a ir des­a­pa­re­cien­do los en­tra­ma­dos de re­la­cio­nes ho­ri­zon­ta­les en­tre igua­les que habían ca­rac­te­ri­za­do la vida de las per­so­nas des­de tiem­pos in­me­mo­ria­les: la so­cie­dad que­da ar­ti­cu­la­da en base a un cúmulo de re­la­cio­nes ver­ti­ca­les en­tre el Es­ta­do y los in­di­vi­duos, cada vez más sólos y ais­la­dos. La se­gu­ri­dad que nos otor­gan las po­se­sio­nes pri­va­das, el di­ne­ro y el Es­ta­do ha eclip­sa­do la se­gu­ri­dad autónoma po­pu­lar que pue­den brin­dar las re­la­cio­nes hu­ma­nas. Esto con­lle­va una caída en pi­ca­do de las ca­pa­ci­da­des y po­ten­cia­li­da­des re­la­cio­na­les y afec­ti­vas de las per­so­nas y, así, del va­lor de la vida hu­ma­na.
  • El Es­ta­do de bie­nes­tar fo­men­ta una de­pen­den­cia pe­li­gro­sa. Ya que las es­truc­tu­ras de bie­nes­tar son una con­ce­sión de las éli­tes, su re­ti­ra­da o re­duc­ción se en­cuen­tra en ma­nos de la vo­lun­tad de éstas y de los im­pe­ra­ti­vos que re­caen so­bre ellas, no en ma­nos del pue­blo. Así, en un pri­mer mo­men­to el Es­ta­do pre­ten­dió ga­ran­ti­zar él mis­mo el cui­da­do de los ciu­da­da­nos y mu­chas per­so­nas lo acep­ta­ron y re­nun­cia­ron a pro­cu­rar­se su pro­pia au­to­nomía. Una vez lle­va­do a cabo este pro­ce­so, lle­ga un pun­to en que el Es­ta­do deja las per­so­nas aban­do­na­das a su suer­te, y éstas se en­cuen­tran más des­va­li­das y desam­pa­ra­das que nun­ca, pues han per­di­do to­dos los víncu­los afec­ti­vos y ma­te­ria­les que en otros mo­men­tos históri­cos les habían per­mi­ti­do vi­vir de los pro­pios re­cur­sos.
  • El Es­ta­do de bie­nes­tar es una for­ma ama­ble de ma­qui­llar la ver­da­de­ra na­tu­ra­le­za de la ins­ti­tu­ción es­ta­tal. Así, cuan­do la ma­qui­na­ria es­ta­tal otor­ga "con­ce­sio­nes" con­si­gue in­vi­si­bi­li­zar su cara más os­cu­ra y cru­da, su esen­cia: mi­li­tar (la de­fen­sa cons­ti­tu­cio­nal (10), en últi­ma ins­tan­cia, del "or­den" ca­pi­ta­lis­ta y las ope­ra­cio­nes im­pe­ria­lis­tas en países le­ja­nos, en­fo­ca­das en los in­tere­ses económi­cos y geo­es­tratégi­cos y en las fu­tu­ras gue­rras), po­li­cial (los di­ver­sos cuer­pos "de se­gu­ri­dad", cada vez do­ta­dos de más po­der y re­cur­sos), ju­di­cial-re­pre­si­va (el en­car­ce­la­mien­to so­bre todo de per­so­nas de cla­se baja, de­lin­cuen­tes me­no­res, mar­gi­na­dos di­si­den­tes e "ile­ga­les") y re­cau­da­do­ra (aca­pa­ran­do ma­yo­ri­ta­ria­men­te la plus­valía que ge­ne­ra el pue­blo a través de la re­cau­da­ción me­dian­te im­pues­tos so­bre el tra­ba­jo, el con­su­mo y otros, mul­tas… apro­piándo­se apro­xi­ma­da­men­te de la mi­tad del PIB en los países ri­cos y re­ver­tien­do es­tos re­cur­sos en el man­te­ni­mien­to de sus pro­pios pri­vi­le­gios y para for­ta­le­cer sus ins­ti­tu­cio­nes cen­tra­lis­tas y bu­rocráti­cas).
  • La "so­cie­dad del bie­nes­tar" es eco-des­truc­ti­va e in­sos­te­ni­ble. Así, por un lado, el "bie­nes­tar" y la "pros­pe­ri­dad" en las so­cie­da­des "desa­rro­lla­das" con­tem­poráneas im­pli­can unos ni­ve­les de pro­duc­ción y con­su­mo y un uso de unas tec­no­logías que con­lle­van una des­truc­ción y con­ta­mi­na­ción de la na­tu­ra­le­za nun­ca vis­tas en la his­to­ria de la hu­ma­ni­dad, así como un de­li­ran­te des­pil­fa­rro de re­cur­sos. Por el otro, ac­tual­men­te es­ta­mos en­tran­do en un período histórico de de­cre­cien­te dis­po­ni­bi­li­dad de energía y re­cur­sos (11). A me­di­da que va­ya­mos en­tran­do en este período pro­ba­ble­men­te nos da­re­mos cuen­ta del ilu­so­rio tiem­po ul­tra-con­su­mis­ta en el que ha­bre­mos vi­vi­do du­ran­te unos años y de la ne­ce­si­dad y desea­bi­li­dad de vi­vir en ar­monía con el en­torno na­tu­ral y res­petándo­lo.

4. Esbozando la crítica a dos pilares esenciales del Estado de bienestar: la educación y la sanidad "públicas"

Si bien en­ten­de­mos que lo que mue­ve a mu­chas per­so­nas a de­fen­der una sa­ni­dad y una edu­ca­ción "públi­cas" es una vo­lun­tad legítima de edu­car­se y for­mar­se así como de man­te­ner y res­tau­rar la sa­lud, per­ci­bi­mos que, como con tan­tas otras co­sas, las ins­ti­tu­cio­nes es­ta­ble­ci­das se en­car­gan de ca­na­li­zar es­tas vo­lun­ta­des po­pu­la­res con las es­tra­te­gias que más for­ta­lez­can y pro­mue­van sus in­tere­ses y va­lo­res. Es­tas es­tra­te­gias en el caso que nos ocu­pa son la edu­ca­ción es­ta­tal y la sa­ni­dad es­ta­tal. Así, como he­mos ex­pli­ca­do al prin­ci­pio, si bien en al­gu­nos mo­men­tos históri­cos ha sido el pue­blo or­ga­ni­za­do quien se ha he­cho car­go, como ha po­di­do, de la sa­tis­fac­ción de las ne­ce­si­da­des de edu­ca­ción y sa­lid, la ten­den­cia im­pe­ran­te des­de la ex­ten­sión de la fi­gu­ra del Es­ta­do de bie­nes­tar ha sido ha­cia la de­le­ga­ción de la ges­tión de es­tas ne­ce­si­da­des en ma­nos de la ins­ti­tu­ción es­ta­tal y sus fun­cio­na­rios, lo que ha con­lle­va­do nu­me­ro­sas pro­blemáti­cas.
Aún así, la cues­tión esen­cial que se pone en­ci­ma de la mesa en la de­fen­sa o no de los ser­vi­cios "públi­cos" ra­di­ca en la con­fu­sión en­tre la for­ma y el con­te­ni­do. Así, es­tos se de­fien­den so­bre todo por su for­ma (ma­yo­ri­ta­ria­men­te se en­tien­de por "públi­co" lo de ac­ce­so uni­ver­sal y sub­ven­cio­na­do por el con­jun­to de la ciu­da­danía) y no se cues­tio­na su con­te­ni­do, que es ma­yo­ri­ta­ria­men­te idénti­co al de los ser­vi­cios "pri­va­dos".
En el caso de la es­cue­la "públi­ca", esta per­si­gue los mis­mos fi­nes que la pri­va­da: ins­pi­rar y pro­mo­ver los (dis)va­lo­res que más in­tere­san al sis­te­ma so­cio­económico es­ta­ble­ci­do (12). Así, la de­le­ga­ción de la edu­ca­ción del pue­blo en ma­nos de sus ins­ti­tu­cio­nes es­co­la­res y uni­ver­si­ta­rias "públi­cas" (o "pri­va­das") con­lle­va una pro­gre­si­va ten­den­cia al adoc­tri­na­mien­to en los va­lo­res del sis­te­ma; las éli­tes in­vier­ten re­cur­sos en la edu­ca­ción para ge­ne­rar per­so­nas que sólo sean mano de obra y con­su­mi­do­ras, obe­dien­tes, com­pe­ti­ti­vas y egoístas, para man­te­ner un ele­va­do ni­vel de su­mi­sión so­cial y acep­ta­ción de las ins­ti­tu­cio­nes y va­lo­res do­mi­nan­tes. Así, cada vez se hace más evi­den­te que la fun­ción pri­mor­dial del ac­tual sis­te­ma de enseñanza es la enseñanza del sis­te­ma (13).
Otra fun­ción del sis­te­ma de enseñanza ofi­cial –públi­co y pri­va­do– es pro­mo­ver el anti-pen­sa­mien­to y la irre­fle­xión, anu­lar la crea­ti­vi­dad y ho­mo­ge­nei­zar las men­tes, además de ha­cer que los alum­nos abo­rrez­can el apren­di­za­je. Detrás de toda prácti­ca edu­ca­ti­va sub­ya­ce un ideal de per­so­na y de mun­do y el ideal ac­tual no es "neu­tral" y no está en ma­nos de las per­so­nas ni al ser­vi­cio del bien común, sino que res­pon­de a los in­tere­ses de las éli­tes del mo­men­to y del sis­te­ma es­ta­tal-ca­pi­ta­lis­ta. Te­nien­do esto en cuen­ta, el ac­tual mo­de­lo de­bería cau­sar una pro­fun­da re­pug­nan­cia a cual­quier per­so­na que cues­tio­ne el pre­sen­te es­ta­do de las co­sas y que dé im­por­tan­cia a la edu­ca­ción. No es, pues, la edu­ca­ción pri­va­da la única que está a fa­vor de los in­tere­ses del ca­pi­tal (y del Es­ta­do), la "públi­ca" es­ta­tal tam­bién lo está. Una edu­ca­ción a fa­vor de es­tos in­tere­ses nun­ca de­bería pre­ten­der ser me­di­da con la pers­pec­ti­va de si es o pue­de ser "de ca­li­dad", como in­sinúa mu­cha gen­te.
Res­pec­to a la sa­ni­dad "públi­ca", se man­tie­ne la con­fu­sión en­tre el he­cho de que sea una sa­ni­dad "de ac­ce­so uni­ver­sal" y de "fi­nan­cia­mien­to com­par­ti­do" y el he­cho de que sea "bue­na". Pero la de­le­ga­ción en el ámbi­to de la sa­lud en las ins­ti­tu­cio­nes del sis­te­ma sa­ni­ta­rio es­ta­ble­ci­do no es me­nos per­ju­di­cial que en el ámbi­to de la edu­ca­ción. Así, en el te­rreno sa­ni­ta­rio no es la sa­ni­dad pri­va­da la única que está al ser­vi­cio del ca­pi­tal pri­va­do. Las gran­des em­pre­sas far­macéuti­cas y pro­vee­do­ras de tec­no­logía y ma­te­rial hos­pi­ta­la­rio se ase­gu­ran de es­ta­ble­cer cuál ha de ser el mo­de­lo sa­ni­ta­rio es­ta­tal para "asis­tir" al pue­blo. La cues­tión, como siem­pre, es la búsque­da de la ma­xi­mi­za­ción de los be­ne­fi­cios por par­te de las éli­tes y del au­men­to de la de­pen­den­cia por par­te de la ciu­da­danía. Así, la cues­tión de la sa­lud se abor­da de un modo to­tal­men­te in­efi­cien­te y caro, que está le­jos de bus­car el bien común. Por un lado, en vez de pro­mo­ver la pre­ven­ción y la sa­na­ción de las cau­sas de la en­fer­me­dad, el ac­tual mo­de­lo sa­ni­ta­rio fo­men­ta la pa­lia­ción de los sínto­mas. Por el otro, la sa­ni­dad "públi­ca", igual que la pri­va­da, no pro­mue­ve la au­to­nomía, el co­no­ci­mien­to y la res­pon­sa­bi­li­dad de las per­so­nas para man­te­ner­se sa­lu­da­bles, sino la de­pen­den­cia de los "ex­per­tos" –per­so­nas que des­gra­cia­da­men­te cada vez se ven más obli­ga­das a se­guir pro­to­co­los im­pues­tos des­de arri­ba– y del hi­per­con­su­mo de me­di­ca­men­tos y demás pro­duc­tos y tec­no­logía que pro­por­cio­nan en ex­clu­si­va las gran­des cor­po­ra­cio­nes. La "far­ma­fia" va de la mano de la sa­ni­dad es­ta­tal igual que de la sa­ni­dad pri­va­da igual que de la sa­ni­dad pri­va­da (14).
Así pues, el quid de la cues­tión para afron­tar la de­fen­sa de lo públi­co en re­la­ción a la edu­ca­ción y la sa­ni­dad es sa­lir de las di­co­tomías del sis­te­ma e ir a la esen­cia de los pro­ble­mas. Esto im­pli­ca re­de­fi­nir el con­cep­to de lo públi­co: lo públi­co es aque­llo de lo que el pue­blo con­tro­la la for­ma y el con­te­ni­do. Para con­tro­lar la for­ma y el con­te­ni­do ne­ce­si­ta­mos que el pue­blo vuel­va a ser un su­je­to di­fe­ren­cia­do del Es­ta­do. Sin el pue­blo or­ga­ni­za­do no dis­po­ne­mos de un con­te­ni­do y de unas for­mas aje­nas al po­der oligárqui­co y a sus va­lo­res y el Es­ta­do y el mer­ca­do se en­car­gan de ins­tau­rar los su­yos. Se­guir de­fen­dien­do in­can­sa­ble­men­te lo públi­co tal y como se hace ac­tual­men­te es se­guir man­te­nien­do y re­pro­du­cien­do la ter­gi­ver­sa­do­ra iden­ti­fi­ca­ción en­tre el pue­blo y el Es­ta­do. Para re­cu­pe­rar una edu­ca­ción y una sa­ni­dad ver­da­de­ra­men­te públi­cas y de ca­li­dad es im­pres­cin­di­ble re­cu­pe­rar el pue­blo.

5. Hacia un posicionamiento actual sobre el Estado de bienestar

Hoy, in­mer­sos en la ac­tual si­tua­ción de cri­sis económica, cada vez más per­so­nas se ven em­pu­ja­das a la po­bre­za y la pre­ca­rie­dad. Esto pasa a la vez (y a cau­sa de) que el Es­ta­do y los dis­tin­tos go­bier­nos au­tonómi­cos re­cor­tan pre­su­pues­tos des­ti­na­dos a ayu­das so­cia­les y a fi­nan­cia­mien­to "públi­co", para sa­tis­fa­cer los in­tere­ses de las éli­tes trans­na­cio­na­les y po­der­se man­te­ner com­pi­tien­do en el mar­co de una eco­nomía al­ta­men­te in­ter­na­cio­na­li­za­da. A esto se su­man las re­for­mas la­bo­ra­les, dic­ta­das des­de el mar­co es­ta­tal-ca­pi­ta­lis­ta in­ter­na­cio­nal, que han re­ba­ja­do subs­tan­cial­men­te los de­re­chos de los tra­ba­ja­do­res asa­la­ria­dos.
Para afron­tar este con­tex­to, por un lado, el plan­tea­mien­to ma­yo­ri­ta­rio den­tro de los mo­vi­mien­tos so­cia­les es el de las mo­vi­li­za­cio­nes con­tra los re­cor­tes. Éstas se en­fo­can bajo la pers­pec­ti­va, más explícita o me­nos explícita, de vol­ver a lo que había an­tes de la cri­sis. Por el otro, exis­te el plan­tea­mien­to re­vo­lu­cio­na­rio, que bus­ca ir a las raíces de los pro­ble­mas. Este plan­tea­mien­to se en­fo­ca explíci­ta­men­te en el ob­je­ti­vo de cons­truir una so­cie­dad nue­va.
Para fo­men­tar la con­cien­cia para ex­ten­der este se­gun­do plan­tea­mien­to, es fun­da­men­tal di­fun­dir la crítica al sis­te­ma es­ta­tal-ca­pi­ta­lis­ta en ge­ne­ral, así como la crítica al Es­ta­do de bie­nes­tar en par­ti­cu­lar, como he­mos em­pe­za­do a ha­cer en este tex­to. Y jun­ta­men­te con la crítica es im­pres­cin­di­ble, tam­bién, desa­rro­llar un cla­ro, fir­me y cohe­ren­te po­si­cio­na­mien­to re­vo­lu­cio­na­rio res­pec­to a esta cues­tión. Esto im­pli­ca man­te­ner a la vez la cohe­ren­cia con el plan­tea­mien­to re­vo­lu­cio­na­rio y la cohe­ren­cia con las pro­blemáti­cas so­cia­les in­me­dia­tas.
Esta con­cor­dia es po­si­ble, a pe­sar de que ac­tual­men­te casi no se haya lo­gra­do. Hoy en día se in­ten­tan aten­der las cues­tio­nes re­la­cio­na­das con los re­cor­tes al Es­ta­do de bie­nes­tar pero sin man­te­ner una cohe­ren­cia re­vo­lu­cio­na­ria, in­clu­so des­de sec­to­res que se con­si­de­ran li­ber­ta­rios (15). Es im­por­tan­te, pues, avan­zar ha­cia un po­si­cio­na­mien­to que abor­de am­bas cues­tio­nes. En este sen­ti­do, a con­ti­nua­ción se pre­sen­ta una pro­pues­ta.
El po­si­cio­na­mien­to que pre­sen­ta­mos lo des­glo­sa­mos en dos par­tes, una que de­bería ser cla­ra­men­te com­par­ti­da por to­das aque­llas per­so­nas, co­lec­ti­vas y or­ga­ni­za­cio­nes que nos con­si­de­ra­mos re­vo­lu­cio­na­rias, y otra que da mar­gen a di­fe­ren­tes pun­tos de vis­ta, análi­sis, va­lo­ra­cio­nes y de­ci­sio­nes, etc.

1. Lo que tiene que ser claramente compartido por las personas que nos consideramos revolucionarias:

Pri­me­ro, nos ad­he­ri­mos al pro­yec­to re­vo­lu­cio­na­rio. Esto im­pli­ca:
  1. Una crítica fun­da­men­ta­da al sis­te­ma ac­tual. A su na­tu­ra­le­za, dinámi­cas e ins­ti­tu­cio­nes fun­da­men­ta­les (el Es­ta­do: la le­ga­li­dad cons­ti­tu­cio­nal, la fal­sa "de­mo­cra­cia" par­la­men­ta­ris­ta y par­ti­tocrática, los cuer­pos mi­li­ta­res, po­li­cia­les, ju­di­cia­les y car­ce­la­rios, etc. y el ca­pi­ta­lis­mo: la pro­pie­dad pri­va­da de los me­dios económi­cos, el tra­ba­jo asa­la­ria­do, la eco­nomía de mer­ca­do, etc.) y a los (dis)va­lo­res e idea­rios que pro­mue­ve y lo sos­tie­nen. Esto di­fie­re subs­tan­cial­men­te de la in­men­sa ma­yoría de dis­cur­sos ac­tua­les, críti­cos con lo su­per­fi­cial –con las con­se­cuen­cias– y acríti­cos con lo esen­cial –con las cau­sas–. Esta crítica debe ser cla­ra, fir­me y públi­ca, por­que hay que abrir el de­ba­te so­bre to­das es­tas cues­tio­nes fun­da­men­ta­les que pa­re­cen in­to­ca­bles. La aper­tu­ra de este de­ba­te es un fren­te re­vo­lu­cio­na­rio fun­da­men­tal a asu­mir, el fren­te ideológico. Los sec­to­res auto-lla­ma­dos re­vo­lu­cio­na­rios que ha­cen dis­cur­sos ca­pi­ta­lis­tas o es­ta­tis­tas para lle­gar más fácil­men­te a más gen­te y/​o con­se­guir más vo­tos con­tri­bu­yen a que no se avan­ce en esta cues­tión. Para que las ideas re­vo­lu­cio­na­rias algún día pue­dan vol­ver a for­mar par­te de la con­cien­cia de mu­chas per­so­nas hay que ex­po­ner­las y de­fen­der­las cla­ra­men­te des­de ya mis­mo.
  2. Una visión ge­ne­ral de los prin­ci­pios de la al­ter­na­ti­va con que se quie­re sus­ti­tuir el sis­te­ma ac­tual (so­cie­dad ba­sa­da en la so­be­ranía de asam­bleas po­pu­la­res lo­ca­les, la li­bre fe­de­ra­ción de co­mu­ni­da­des, la pro­pie­dad com­par­ti­da de los me­dios de pro­duc­ción, la bue­na con­vi­ven­cia, el res­pe­to, el afec­to y la no-do­mi­na­ción en­tre las per­so­nas, la re­in­te­gra­ción con la na­tu­ra­le­za...).
  3. Una apues­ta dis­cur­si­va y prácti­ca por una es­tra­te­gia trans­for­ma­do­ra. Esto su­po­ne, pri­me­ro, im­pli­car­se en la re­fle­xión pro­fun­da y el de­ba­te abier­to –en el mo­men­to pre­sen­te y siem­pre– so­bre cómo avan­zar en el ca­mino ha­cia la nue­va so­cie­dad an­he­la­da. Con­si­de­ra­mos que una de las ta­reas fun­da­men­ta­les en este sen­ti­do es la cons­truc­ción de ba­ses de po­der po­pu­lar que serían los gérme­nes de esta nue­va so­cie­dad, con las que nos ale­ja­mos del pa­ra­dig­ma del sis­te­ma po­nien­do en prácti­ca la au­to­or­ga­ni­za­ción ho­ri­zon­tal y mos­tra­mos so­cial­men­te la via­bi­li­dad de ésta.
Se­gun­do, siem­pre que apo­ye­mos o nos in­vo­lu­cre­mos en lu­chas de­fen­si­vas, para pre­sio­nar con­tra la re­ti­ra­da de al­gu­nas for­mas de asis­ten­cia es­ta­tal y po­ner freno al agra­va­mien­to de la in­jus­ti­cia so­cial y los ata­ques del sis­te­ma, lo ha­ce­mos des­de un dis­cur­so cla­ra­men­te an­ti­sistémico, níti­da­men­te di­fe­ren­cia­do de los paráme­tros re­for­mis­tas-so­cial­demócra­tas, a la vez que no de­ja­mos de de­di­car los es­fuer­zos más vi­ta­les a lo cons­truc­ti­vo.

2. Lo que las personas que nos consideramos revolucionarias podemos ver de maneras diferentes

¿A qué lu­chas dar apo­yo? ¿Qué can­ti­dad de energía de­di­car­le? Esto pue­de ser dis­cu­ti­ble, ante los es­ce­na­rios pre­sen­tes y fu­tu­ros. No toda la gen­te re­vo­lu­cio­na­ria tie­ne que ver con­ve­nien­te, por im­por­tan­te o es­tratégico –te­nien­do en cuen­ta las pro­pias energías, fi­ni­tas–, des­ti­nar la mis­ma can­ti­dad de energías, re­cur­sos y es­fuer­zos a las dis­tin­tas lu­chas, reivin­di­ca­cio­nes y re­sis­ten­cias.
  1. Ver "Welfare State or Economic Democracy?" (Ta­kis Fo­to­po­ulos, 1999) y "Estado social", ar­ticu­lo en Wi­ki­pe­dia (con­sul­ta­do el 3 de fe­bre­ro de 2014).
  2. Ver, por ejem­plo, "La gran transformación. Crítica del liberalismo económico" (Karl Po­lan­yi, 1944).
  3. "El mu­ni­ci­pio ha sido en la penínsu­la ibérica la for­ma­ción so­cial más pa­re­ci­da a la po­lis grie­ga y tam­bién la más con­tra­ria al Es­ta­do. Su desa­rro­llo en­tre los si­glos XI y XIV tras un lar­go pe­rio­do desur­ba­ni­za­dor re­pre­sentó la for­ma más lo­gra­da de so­cie­dad fra­ter­nal e igua­li­ta­ria, al me­nos en sus pri­me­ros mo­men­tos, cuan­do no se pro­ducían ex­ce­den­tes o éstos se di­la­pi­da­ban de modo im­pro­duc­ti­vo en fies­tas, edi­fi­cios públi­cos o ba­ta­llas. Las re­la­cio­nes con un po­der te­rri­to­rial al prin­ci­pio sin ca­pa­ci­dad coer­ci­ti­va su­fi­cien­te se ba­sa­ban en la re­ci­pro­ci­dad y no en la opre­sión. Las di­fe­ren­cias es­ta­men­ta­les no eran im­por­tan­tes y las de­ci­sio­nes se to­ma­ban en asam­blea abier­ta; el ve­cin­da­rio se regía por nor­mas dic­ta­das por la cos­tum­bre y com­batía la es­ca­sez con el apro­ve­cha­mien­to de tie­rras co­mu­na­les. En tal so­cie­dad sin Es­ta­do –o al me­nos fue­ra de su al­can­ce—tuvo lu­gar la sínte­sis de lo ru­ral y lo ur­bano que dio for­ma a una cul­tu­ra rica e in­ten­sa, el pri­mer ros­tro de nues­tra pro­pia ci­vi­li­za­ción, hoy irre­co­no­ci­ble. (…) El mu­ni­ci­pio fue du­ran­te mu­cho tiem­po la célula básica y autónoma de la so­cie­dad, el cen­tro or­de­na­dor del te­rri­to­rio, la for­ma de su li­ber­tad política y jurídica ga­na­da a pul­so en lu­cha con­tra la Igle­sia, la aris­to­cra­cia o la reale­za, el me­dio de una iden­ti­dad me­dian­te la cual sus ha­bi­tan­tes pu­die­ron in­ter­ve­nir como su­je­to histórico en otros tiem­pos, que el desa­rro­llo de pa­tri­cia­dos, la pro­pia de­ca­den­cia, el Es­ta­do ab­so­lu­tis­ta y la bur­guesía de­ci­monónica se en­car­ga­ron de ce­rrar." (Mi­quel Amorós, "El se­gun­do asal­to. For­ma y con­te­ni­do de la re­vo­lu­ción so­cial", 2011). Tam­bién es re­co­men­da­ble la lec­tu­ra de "Co­mu­ni­da­des sin Es­ta­do en la Mon­taña Vas­ca" (Sa­les San­tos Vera e It­ziar Ma­di­na El­gue­za­bal, 2012). Un clásico como Kro­pot­kin lo es­tu­dia a ni­vel eu­ro­peo en los capítu­los V y VI de "El apo­yo mu­tuo".
  4. "Anar­quis­mo y an­tro­po­logía: Re­la­cio­nes e in­fluen­cias mu­tuas en­tre la An­tro­po­logía So­cial y el pen­sa­mien­to li­ber­ta­rio" (coor­di­na­do por Beltrán Roca Martínez, 2010).
  5. "El Es­ta­do de bie­nes­tar ha con­tri­bui­do de­ci­si­va­men­te a la des­truc­ción del mo­vi­mien­to obre­ro cons­cien­te y or­ga­ni­za­do", capítulo XXIV de "El giro es­ta­tolátri­co. Re­pu­dio ex­pe­rien­cial del Es­ta­do de bie­nes­tar" (Félix Ro­dri­go Mora, Edi­cions Mal­de­cap, 2011). Ver tam­bién "Les coope­ra­ti­ves obre­res de Sants. Au­to­ges­tió pro­letària en un ba­rri de Bar­ce­lo­na (1870-1939)" (Marc Dal­mau e Ivan Miró, La Ciu­tat In­vi­si­ble Edi­cions, 2010).
  6. Aun­que la tra­di­ción mar­xis­ta-le­ni­nis­ta ha­ble de con­quis­tar el Es­ta­do, su su­pues­to ob­je­ti­vo es aca­bar abo­liéndo­lo para al­can­zar una so­cie­dad li­bre, y así lo de­bería re­co­no­cer abier­ta­men­te quien se en­mar­ca­ra en esta tra­di­ción.
  7. http://armakdeodelot.blogspot.com.es/2013/05/la-gran-estafa-la-teoria-de-las-puertas.html
  8. Este he­cho se en­cuen­tra ex­pli­ca­do en "¿Debe el Es­ta­do ayu­dar a las mul­ti­na­cio­na­les españolas? Im­pac­tos am­bien­ta­les y so­cia­les del apo­yo públi­co a la in­ter­na­cio­na­li­za­ción?" (Mi­quel Or­te­gra Cerdá, 2007).
  9. Te­ne­mos el ejem­plo pa­ra­digmático de los Ver­des ale­ma­nes, ex­pli­ca­do en "Del partit-antipartit al partit-partit. Breu història del partit verd alemany" (Georgy Kat­sia­fi­cas, frag­men­to del li­bro "The Sub­ver­sion of Po­li­tics").
  10. En los artícu­los 55, 116 y 117.5 de la Cons­ti­tu­ción española de 1978 y en la ley orgánica so­bre "Es­ta­dos de alar­ma, ex­cep­ción y si­tio" se es­ta­tu­ye la in­ter­ven­ción de las for­mas mi­li­ta­res en es­tos ca­sos.
  11. So­bre la cri­sis energética, ver las apor­ta­cio­nes más im­por­tan­tes del pe­dagógico blog "The Oil Crash", de An­to­nio Tu­riel, y "La quiebra del capitalismo global: 2000-2030. El inicio del fin de la energía fósil: una ruptura histórica total" (Ramón Fernández Durán, 2011).
  12. Es al­ta­men­te re­co­men­da­ble la lec­tu­ra de "In­fan­cia y con­trol so­cial. Des­mon­tan­do mi­tos so­bre la ins­ti­tu­ción es­co­lar", tra­ba­jo del pe­da­go­go Ma­rio Andrés Can­de­las pu­bli­ca­do en el tercer número de la revista "Estudios".
  13. "De la educación sumisa al aprendizaje en libertad" (Blai Dal­mau, 2009).
  14. Jo­sep Pàmies, de la aso­cia­ción "Dulce Revolución", ha­blan­do cla­ro: http://www.youtube.com/watch?v=WhgGWVP8AZ8. "La mafia médica" (Guis­lai­ne Lanctôt, 1994). "La far­ma­fia". En­tre­vis­ta a Ghis­lai­ne Lanctôt.
  15. Un buen ejem­plo de esta in­cohe­ren­cia y del man­te­ni­mien­to de fal­sas di­co­tomías Es­ta­do-Mer­ca­do es Noam Chomsky, que con sus teorías ins­ta a los anar­quis­tas a ser "rea­lis­tas" y a lu­char para en­san­char la jau­la es­ta­tal fren­te al de­pre­da­dor mer­can­til. Un artículo que lo cri­ti­ca es "El efecto Chomsky o el anarquismo de Estado" (Clau­de Gui­llon, 2004).                                                                                                                                                                    Fuente: http://www.grupreflexioautonomia.org/es/sobre-el-estado-de-bienestar

11 de enero de 2014

Asamblea Popular el documental

Durante algún tiempo he estado metido en labores de producción audiovisual, el resultado ha sido un vídeo modesto con las limitaciones de mi propia torpeza que espero que no opaque del todo el resultado final del trabajo, me ha servido eso sí como herramienta de aprendizaje para el documental más extenso y que saldrá a la luz en los próximos meses, desde luego no hay nada mejor que el camino para hacer al caminante. En este caso particular el proyecto discurre en el ámbito de la institución del Batzarre, organización político, social y cultural asamblearia del territorio de Euskal Herría.

Con el guión original de Félix Rodrigo Mora y la participación de diferentes grupos que se organizan por asambleas y promovido principalmente por el colectivo Auzolan, trata de profundizar en el concepto del Batzarre para fomentar su aceptación como realidad para el autogobierno popular.
A través de la voz narrativa de Leire Saitua y con las entrevistas a Jasone Mitxeltorena, escritora y periodista, autora del libro "Auzolanaren Kultura" y Itziar Madina al igual que Jasone escritora, periodista y coautora junto a Sales Santos del libro, "Comunidades sin estado en la Montaña Vasca" nos adentramos juntos en esta cosmovisión, intentando que la idea del Batzarre con todas sus realidades y limitaciones enseñe el camino hacia una sociedad mejor. Este trabajo no había podido realizarse sin la colaboración de tanta gente que, con una voluntad admirable y de forma desinteresada se han ofrecido a participar en el proyecto.
 

Fuente: http://docuasamblea.blogspot.com.es/2014/01/batzarre.html

14 de diciembre de 2013

Renta Básica: Capitalismo y Consumo.

Desde hace unos meses se esta oyendo a lo lejos una propuesta denominada Renta Básica Universal, que consiste en que todos los ciudadanos de un Estado perciban una renta mensual de unos 400 € para que puedan sobrevivir.
Esta medida ha sido aplaudida y vitoreada por la gran mayoría de la izquierda oficial, incluso entre muchos sectores del movimiento libertario. Cuando en realidad como veremos a continuación se trata de una medida destructora en grado sumo de las clases populares por los siguientes motivos:
1) Dineros sucio: Esta reflexión hace inca-pie en el aspecto ético de la aceptación de cualquier dinero que proceda del Estado, ya sea una renta básica, una subvención, una ayuda social, una pensión, etc… dado que el dinero que nos mendiga el Estado es un dinero manchado de sangre. Es decir, de donde procede dicho dinero.
Quizás de la venta de armas de las empresas “publicas” de fabricación de armamento estatal como Santa Barbara, que durante muchos años se han dedicado a la venta de minas antipersonales (si esas que dejan a los niños africanos sin piernas) o a las bombas de racimo que utiliza Israel contra el pueblo palestino. Aquí cabe destacar el genial discurso pronunciado por Gervasio Sanchez (periodista y fotógrafo) durante la entrega de los premios Ortega y Gasset el 7 de mayo de 2008:
O quizás nuestra Renta Básica provenga de alguna multa de esas miles que últimamente ponen a discreción ante cualquier manifestación por muy ciudadanista que sea esta.
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O quizás de algún desahucio, por que estos también generan un gran benéfico económico al Estado principalmente por las costas judiciales que recaen sobre el desahuciado y suele llegar a cifras tan impagables como los 50.000 €. Sin contar con que dichas costas judiciales cada año van subiendo dado los intereses de impago.
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O de los impuestos empresariales, y por ende de la extracción de plusvalía y de la destrucción medioambiental. Y suponen un montante de 8.000 € por trabajador y año.
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2) Dinero no merecido: Ante las sangrante realidad que muestra el primer punto, también podemos observar como mucha gente esta dispuesta a mirar para otro lado y extender la mano. Incluso justificando que como ellos pagan impuestos, esta bien que le den algo a cambio. Pero es que no quieren admitir desde este posicionamiento cínico, que el dinero que nos roban con los impuestos en dinero que nos lo quitan en base a que sino pagamos este diezmo al Estado este vendrá primero con recaudadores y abogados, y después con policías y militares para hacer efectivo dicho pago o su castigo sustitutorio. En otras palabras es un cobro con coacción. Sin embargo el aceptar una ayuda o una Renta básica es hasta cierto punto una elección personal con la cual legitimamos al régimen imperante, mucho peor que votar cada cuatro años. Pues le demostramos que no podemos vivir sin él y sin sus ayudas, sean del tipo que sean.
Si para poner en aprietos al capitalismo es tan fácil como dejar de producir y consumir mercancías. Para deslegitimar al Estado solo es necesario dejar de pagar sus impuesto y de aceptar sus ayudas.
Por no hablar que es un dinero que no surja de nuestro esfuerzo y trabajo directo, con todo el paradigma cultural que esto acarrea. Dado que si desde la izquierda se suela criticar la Caridad católica, no es menos degradante la Caridad estatal. Por que al hambriento no hay que darle peces, sino enseñarle a pescar….
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3) Dinero mercantil: En una economía capitalista globalizada como la actual no es necesario que en los Estado Nación tengan producción y consumo en un mismo territorio se pueden tener países netamente productivos como China, donde se pueden trabajas 16 horas seguidas. Y países meramente consumistas como EUA o la UE. Por este motivo un país con baja producción de mercancías como es actualmente el Estado español se puede ensamblar perfectamente dentro de las dinámicas neo-liberales mediante una renta básica estatal que haga que sus esclavos asuman la función de consumidores, que es un trabajo más agotador y alienante que el productivo.
Por otro lado, que esta renta básica facilite el consumo de mercancías fabricadas en China abre otro debate ético en pos de la destrucción de la Naturaleza mediante en consumismo atroz occidental. Esta vez subvencionado por el Estado, para que continué esta lógica de robo de materias primas, transformación de la mismas en mercancías inútiles, consumo de estas en otros países a un coste más elevados, y su fin contaminante en algún vertedero, con un poco de suerte.
4) Dinero desmovilizador: Si algo he aprendido estos últimos años es que entre las bondades de la autogestión no se encuentra solo la libertad de no tener que rendir cuentas al Estado y/o al mecenas empresarial de turno. Sino que favorece en aprendizaje de una serie de actitudes y técnicas de supervivencia fuera del acomodamiento empobrecedor que nos ofrece el ente Capital-Estado.
Y como muchas ONGs y Asociaciones acaban de aprender a la bravas, vivir de subvenciones genera unas dinámicas de apacalancamiento, corrupción y desgana. Que conlleva a una falta de apoyo social de las mismas. Y ahora que el Estado les corta el grifo por simple crisis económica del mismo o bien por que estas ya no les son útiles a sus intereses, se ven en la diatriba de realizar EREs o de bajar la persiana definitivamente.
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Todo lo dicho se puede resumir en la siguiente parábola: Unas jubiladas en un residencia de ancianos comentan los siguiente: “La cena de ayer fue una mierda”. A lo que la otra responde: “Sí, y además nos pusieron muy poca..”. Pues lo dicho.

8 de noviembre de 2013

EL TAPÓN DE LA IZQUIERDA


Estamos acostumbrados a pensar en las revoluciones del pasado, las que sucedían antes y durante un cambio político radical, en el que unos gobernantes eran desalojados del poder -vivos o muertos- y otros les sucedían. La revolución se producía antes y en el momento del cambio,  al día siguiente la revolución moría: un nuevo Estado sucedía al anterior, una nueva casta de élites dirigentes tomaban el poder en nombre y en lugar del Pueblo. En la revolución que ahora toca, eso no podrá suceder; entre otras cosas, porque, con los antecedentes que traemos, nadie se atreverá a llamar Revolución a un mero cambio de gobierno o de Estado. 


Ahora estamos en una de las primeras batallas, la de las ideas, que durará largos años. Hasta la batalla final quedan otras muchas batallas y muchos, muchos años, ¿quién es el iluso que piensa que un partido puede hacer esa revolución, la que necesita la mayoría de la humanidad? A estas alturas de la Historia, de sobra sabemos que sólo podrá hacerla el Pueblo, ese que ahora no existe, el que está por nacer en cada persona y en cada comunidad reconstruida,…empresa que, como es fácil de comprender, necesariamente va para largo. La gente que entrega  su pensamiento y energía a  un cambio rápido, a un sucedáneo de revolución, debería darse cuenta de que ya hay demasiada gente pensando y actuando en lo mismo, en el corto plazo, en una ocupación de la que sabemos de antemano que su resultado previsible es una variante, más o menos novedosa, del sistema de dominación. Y, sin embargo, somos muy poca la gente que estamos pensando a largo plazo, en la dirección de la revolución, hacia la autoconstrucción-emancipación del sujeto revolucionario, del Pueblo sin el que la idea de revolución es una quimera más…y ya van demasiadas. La revolución ya no será un estallido de rabia y algarabía, presidido por el ansia de venganza de los oprimidos del mundo, eso ya falló demasiadas veces. Esta vez estamos obligados a ser más inteligentes, a pensar y actuar con una estrategia a largo plazo, que no pueda volver a fallar.
El Pueblo se reconstruirá en la medida en que nos reconstruyamos a nosotros mismos, uno a uno y juntos en la lucha revolucionaria. Esa es la tarea fundamental y que forma parte de esta primera batalla, la de las ideas, que ganaremos a buen seguro, aunque no pronto, por una poderosa y nueva razón que la gente de estos tiempos ha empezado a comprender:  porque no queda margen para nuevos errores, porque se están cargando el mundo. Si esta vez no lo logramos, puede que haya que volver a esperar más de un siglo. O puede que para entonces ya no quede mundo que cambiar. Calculo que tenemos quince o veinte años por delante para preparar la revolución, esa es nuestra ventana de oportunidad, la que se ha abierto con la actual crisis capitalista, no creo que el mundo pueda aguantar más.
El gran tapón, lo que impide la reconstrucción del sujeto revolucionario, el avance de la revolución integral necesaria, es la izquierda. La izquierda es quien tiene el monopolio de la dirección política de los oprimidos, la que ha renunciado al propósito de cambiar el mundo. La izquierda ha abandonado el proyecto universal de la emancipación humana, se ha integrado en el paradigma dominante, estatalista y capitalista. Quiere corregir el capitalismo para mejorarlo, ya no se atreve a decir que hay que destruirlo. Quiere conservar el Estado, potenciarlo y controlarlo, para mejorar su eficiencia como instrumento de dominación. Sólo es capaz de plantearse la lucha política como una repetición de las fracasadas estrategias del pasado. Quiere intentarlo una vez más, pero no puede,  va a la deriva,  ha olvidado cuál es la dirección necesaria, la democracia, el sentido integral  de la revolución. Ha olvidado que la democracia es autogobierno y no otra cosa. No ve que sus programas reformistas son perfectamente asumibles por el sistema dominante, no ve que sólo contribuyen a fortalecerlo, a inducir la fe de las gentes en el Estado, a provocar su dependencia y sumisión al sistema.
Por eso, hay que destapar la botella, rebelarse contra la totalidad del sistema, incluida su facción izquierda, tiene que surgir un movimiento social y político radicalmente antisistémico, con un programa integral de transición a la democracia, hacia el autogobierno de las comunidades humanas. La sociedad tiene que abandonar a los partidos y a los sindicatos, a la clase dirigente que la conduce a ninguna parte. Las patéticas votaciones que convoca periódicamente el Estado deben quedar para los no demócratas, para los devotos del estatal-capitalismo...sólo podría convenir al proyecto democrático y a la reconstrucción del Pueblo que éste se votara a sí mismo en la comunidad local en la que puede llegar a concretarse la verdadera soberanía, como autonomía personal y comunitaria. Por supuesto que hay que seguir resistiendo contra la crisis, que hay que responder a la agresión estatal-capitalista, sí, pero en el marco del proyecto emancipador, del objetivo revolucionario que sigue siendo la democracia. Es para idiotas la consigna de moda sobre la regeneración democrática: ¿quién quiere regenerar esta pantomima de "democracia" parlamentaria, un sistema que en su raíz es incompatible con la dignidad humana, que está dirigido a todo lo contrario, a su burla y anulación?...que levanten el dedo las multitudes partidarias de tal regeneración democrática.
 
Existe una raya que la izquierda política no se atreve, ni puede, traspasar. Es una línea nítida, que marca el territorio en el que la izquierda ha quedado atrapada como cómplice necesario del sistema dominante. Si no es así, ¿dónde está la izquierda igualitaria y anticapitalista, cuando no cuestiona el sistema de propiedad que origina la desigualdad institucionalizada y el capitalismo?, ¿dónde está la izquierda que dice defender la salud y la educación pública, pero que confunde lo público con lo estatal?, ¿dónde está la izquierda democrática, cuando defiende la institución del Estado, incompatible con el autogobierno y, por tanto, con la democracia?, ¿dónde está la izquierda que defiende la libertad, pero que no cuestiona el trabajo asalariado, la forma actual de la esclavitud?, ¿dónde está la izquierda que defiende los valores de la autonomía personal y comunitaria, los valores que nacen de la convivencialidad -como la fraternidad o la solidaridad  humana-, si lo que se promueve es un modelo de individuo económico, consumista y antisocial, exclusivamente volcado en sí mismo, en su propio bienestar y en sus derechos, un ser socialmente irresponsable, dependiente y debilitado, anulado en sus cualidades espirituales, volcado en una existencia aislada, puramente digestiva y económica?, ¿dónde está la izquierda ecologista, si lo que vemos es defender la ideología suicida del crecimiento económico, "sostenible" y contínuo, la zanahoria ideológica responsable del agotamiento de los recursos naturales?...¿y dónde está la izquierda libertaria, sino dividida en facciones sindicaleras, en guetos más automarginales que autogestionarios, esa izquierda superficial, la del estilo de vida, cocida y disuelta en su propia salsa individualista, la izquierda del anarquismo guay, esa de vida alternativa, ese anarquismo insignificante, perfectamente asumible por el sistema dominante?
 
Quitar el tapón en que se ha convertido la izquierda: esa es la primera tarea en los preámbulos de la revolución, en esta batalla de las ideas. 
 
Fuente: http://blognanin.blogspot.com.es

24 de octubre de 2013

Algunas reflexiones sobre el movimiento estudiantil y “la educación”



 Las metas del movimiento estudiantil y  la falacia de la educación “pública”. La educación estatal-burguesa como instrumento de aleccionamiento y adoctrinamiento.

La posibilidad de un derecho implica la posibilidad
 de hacer de él un mal o buen uso. El derecho por tanto
 es extraño al bien. Por el contrario, el cumplimiento
de una obligación es un bien siempre, en todas partes.
 La verdad, la belleza, la justicia, la compasión
son bienes siempre, en todas partes.
-Simone Weil-
La educación es un acto de amor
-Félix R. Mora
Se pretende, partiendo de las luchas estudiantiles recientes, analizar los postulados reivindicativos de dicho movimiento y reflexionar sobre la naturaleza política e ideológica del sistema educativo: el papel que desempeña como instrumento de dominación del Estado/Capital
 
De entrada señalar que el movimiento no  plantea un objetivo -¿quizá porque únicamente  preocupe  a sus integrantes su futuro personal, profesional y crematístico?- verdaderamente transformador de lo existente y por ende revolucionario. Se limita a bregar por algunas “mejoras” o por que no se recorten las otorgadas en otro tiempo. No se encuentra dentro de sus fines la necesidad de lograr una sociedad democrática, por tanto autogobernada por medio de asambleas omni-soberanas, donde la libertad de conciencia y el amor por la verdad imperaran, cooperaran los iguales, y en la que la educación en vez de un derecho otorgado “gratuitamente” desde las alturas, consistiera en un deber autoimpuesto ejercido en colaboración con las y los iguales, democráticamente: la autogestión del saber y el conocimiento.
 
La orientación del movimiento la imponen los grupos de la izquierda institucional, o sus colaboradores externos, que lo encadenan a las reivindicaciones por reformas  y al pedestre economicismo de siempre. Las reivindicaciones esgrimidas no son distintas, salvo en lo accesorio y formal de  oponerse a los recortes en las prestaciones que por mor de la crisis aplica el Estado, a las de carácter corporativo de las últimas décadas[1]. Piden que no se incrementen las tasas académicas, que no se aminoren las partidas destinadas a becas, que se habiliten más infraestructuras ... Es decir, que se mantengan una serie de privilegios que permita a las y a los atribulados enseñados, tras atravesar el tedioso período de “aprendizaje” acceder, aunque hoy el sistema no esté en condiciones de garantizárselos, a cómodos y bien remunerados empleos.  Al margen de radicalismos verbales, en este delirio economicista resulta ocioso señalar que nadie, o prácticamente nadie, cuestiona los  contenidos que se imparten en la escuela y la universidad, ni el papel que estas instituciones juegan como instrumentos de dominación al servicio de las élites mandantes. Si bien quienes niegan las necesidades espirituales, desoyendo los  ideales magnánimos que están en la base de un auténtico proceso emancipador,  el amor por la libertad y por la verdad, están condenados a ser barridos por la realidad en cuanto reclaman prebendas materiales cada vez más inviables dado el colapso financiero en el que se halla el Estado, abriendo, como señala Félix Rodrigo, una gran oportunidad histórica de “reafirmar lo humano contra las poderosísimas fuerzas que desean culminar ya el proceso de deshumanización para transformarnos en sumisos y manejables al completo…” 
 
 
Entremos en alguno de aquellos lemas-tipo. Su lucha, proclamaba uno de los grupos convocantes en la manifestación del pasado octubre, es por una educación “pública” o, continuando en la línea de la anterior más extensa en la proposición, “por una educación pública y de calidad”  donde por “pública”  debe entenderse estatal, pues nada se matiza respecto de en que marco político la insertan -sería pública, sin comillas, si no formara parte como lo hace, al igual, por ejemplo, que el ejército y la policía, de la estructura del Estado. 
 
Es decir, si se incardinara la educación en el ámbito de la comunidad donde todas y todos fuéramos simultáneamente enseñados y enseñantes, sin jerarquías ni escalafones, participando con nuestro trabajo manual en su sustento para desterrar el parasitismo que la caracteriza en la actualidad[2] ; y donde el lema “de calidad” no es más que el mito que se desvanece al constatarse como, a pesar del crecimiento incesante de recursos destinados a mantener el aparato educativo en  todos estos años, los resultados son desalentadores, traducidos en la formación de seres  cada vez más irreflexivos e inhábiles. En definitiva, otra fórmula tópica de los credos socialdemócratas e izquierdistas donde prevalece el criterio economicista de la receta milagrera de la  mayor asignación de recursos, numerario que el Estado expolia a las clases asalariadas mediante impuestos directos e indirectos, lo que da cuenta en la práctica de su evidente naturaleza reaccionaria.
La única mejora en la calidad que hoy debe ocuparnos es la de la auto-mejora del sujeto para lo que, como señala el documento fundacional de Punto de Encuentro F451, es imprescindible “la entrega desinteresada, la viveza intelectual, la valentía y fortaleza, la capacidad para convivir, la modestia, la frugalidad, el autodominio, la solidez de la voluntad y el indiferentismo ante placeres y dolores.”
Ahora sigamos con lo que se ha venido escuchando y leyendo en los actos y convocatorias de los días del conflicto reciente contra la reforma educativa. Señalaba una de las pancartas: “Solo la educación pública garantiza la igualdad de oportunidades”, o sea más de lo mismo: reivindicación de la educación regida por el ente estatal y la aspiración de que otorgue la oportunidad a las y los enseñados de “situarse socialmente”. En otra, pretendidamente “rompedora”, se lee una proclama calificando de “franquista”[3] al modelo de enseñanza que implementa el actual ministro del PP. 
 
Una reforma con la que el Estado y el Capital persiguen, sin variar la esencia adoctrinadora común que imponen las dos estructuras, ajustarse a los tiempos de crisis económica[4], mientras la norma que lo ha regulado hasta ahora señala en su declaración de intenciones[5] que se  trata de ”construir su personalidad”, la del educado, entendiéndose que ello se hará desde arriba, es decir con el Ministerio de Educación imponiendo contenidos y valores, los del Estado y la gran empresa, asegurándose su dominio, adoctrinando y aleccionando. Frente a tal pérfida declaración de intenciones se ha de reiterar que únicamente la autogestión del saber y el conocimiento propiciaría la construcción de sujetos de calidad. Hoy, salvo magnificas excepciones, contamos con una juventud devastada y embrutecida, y  a ello ha contribuido y contribuye de forma decisiva el sistema educativo (la escuela en todas sus etapas y la universidad) bajo el anterior gobierno y bajo el actual.


No hay en la generalidad de consignas y lemas denuncia alguna del papel aleccionador y adoctrinador del sistema educativo; ni tampoco a que el poder ideológico, en el que se inserta,  cercena la libertad de conciencia; ni que con sus demás instrumentos: la publicidad comercial, la industria del ocio y el montaje mediático; complementado con el resto de poderes de naturaleza liberticida como él -el ejecutivo, legislativo y judicial de la teoría clásica- y con el todopoderoso militar, el tecnológico y el económico,  se constituye como pieza clave en  el sistema de dictadura omnímoda que padecemos. 
 
 
Por lo que si bien es cierto que hoy como consecuencia de la crisis se reducen prestaciones, provocando evidentes penalidades al pueblo, y que esta política de recortes se realiza con la predica de  la necesidad inexorable de afrontar la situación de recesión: la sacrosanta razón de Estado, la intención última de éste no fue nunca, en época de “vacas gordas”,  un filantrópico deseo de “educar asépticamente” a las y los que somete. La intención que le movía, no nos engañemos, fue y es la de adoctrinar, la de destruir la esencia del sujeto para hacerlo más dócil, inhábil, insolidario, enemigo de su igual; conformándolo por tanto, aunque esto se vuelva hoy en contra de sus propios cánones de crecimiento, en un sujeto enormemente disfuncional e improductivo. La voluntad de poder del Estado ha progresado hasta alcanzar tal dramático eslabón. Cerrar los ojos a esta realidad aleja de la tarea de autoconstrucción del sujeto que hoy deviene clave para superar la situación de envilecimiento en la que estamos.
El nivel de “operatividad” que ha alcanzado el poder en el aleccionamiento de la población puede entenderse al constatar, además del empleo de medios de adoctrinamiento masivos –prensa, radio, cine, Tv, industria del ocio…- y, de los no menos importantes, la casta intelectual y el libro, el papel que juega el sistema educativo: el aparato académico que elabora los sistemas teóricos y doctrinales que aplican la escuela y la universidad. De aquéllos y de éste  somos producto hoy: unos sujetos sin capacidad reflexiva, simples cajas de resonancia de unos contenidos impuestos desde arriba, incapaces para generar nada nuevo, sin sensibilidad artística, cuasi robots.  Revertir esta situación se nos presenta como la gran tarea de nuestro tiempo, la de la constitución pre-política del sujeto, y ponernos en el camino de poder afrontar los retos que la Revolución Integral demanda; y experiencias como las que vienen referidas en la publicación ¡Rebelaos! - https://www.rebelaos.net/ - pueden operar como guía para la conformación de una base social donde se desarrolle aquella reconstitución.

Fuente:  http://elsabiocinico.blogspot.com.es/  ...Punto  de encuentro  F451