10 de febrero de 2013

El capitalismo contra la esencia concreta humana

Charla impartida por Félix Rodrigo Mora en Gijón (Asturias):


¿Qué es el Capitalismo? La respuesta es bien clara, no es sólo economía. Es mucho más que eso. Se trata de una forma de vida. El Capitalismo necesita negar al ser humano y de esa forma, hacerlo apto para ese mismo modo de existencia (o de no existencia). Las dos obras que fundamentan en el plano ideológico al Capitalismo son "La riqueza de las naciones" de Adam Smith (1776) e "Informe sobre la ley agraria" de Jovellanos (1795). Se destaca en esas obras la idea de "interés particular" como eje vertebrador de una sociedad adaptada a los modos productivistas, egoístas y capitalistas. El resultado de aquellas obras y de su aplicación, doscientos años después, es palpable, por desgracia, en las sociedades modernas en general, y en la nuestra, en particular. 
Quien organiza la vida de la sociedad es el Estado. En su desarrollo (sobre todo militar) engendró al Capitalismo y obligatoriamente, necesitó de un sujeto capaz de adaptarse a las nuevas circunstancias. En la península Ibérica, la inadaptación a aquellas, al modelo Capitalista, de sus gentes, mayoritariamente de origen rural, explicaría de un modo coherente y sensato la complejidad inherente a nuestra historia en los últimos 200 años. En el siglo XVIII, sin ir más lejos, la gente no era apta para el trabajo de fábrica porque no aceptaban un hecho sustantivo, el recibir órdenes de nadie, expresión que nos degrada y nos humilla por otro lado. Dicho de otro modo, ellos aún conservaban su dignidad intacta. También habría que añadir que no valoraban el dinero de la manera en que lo hacemos nosotros.
Sin embargo, progresivamente, las fuerzas ejercidas por el poder desde las instituciones han ido creando un sujeto desustanciado y degradado capaz de luchar y pelear únicamente por mejoras salariales y laborales. Hecho que se consumará definitivamente a partir de los años sesenta y setenta del siglo pasado. El declive de la persona hoy más que nunca es un hecho irrefutable así como la pérdida de sus habilidades naturales. Cualidades relacionadas con la facultad de pensar o con la voluntad de belleza, que han desaparecido, han permitido que los seres humanos de hoy en día se definan no por lo que son, sino por lo que no son. En otros términos, si nos definimos únicamente como "trabajadores" seguiremos siendo esclavos del Capitalismo, por el contrario, si decidimos definir nuestra condición primera como seres humanos integrales y no como seres mutilados, parciales, especializados, seremos quizá personas aptas para el cambio, para la revolución integral de una sociedad como la nuestra, a punto de colapsar por las poderosas influencias de la contra-cultura y la infra-humanidad.
La esencia del Capital es la realización de la voluntad de poder en el terreno de la economía ya que el ser humano no puede ejercer tres de sus facultades más importantes como son el pensamiento (ya piensan los jefes o las máquinas), el libre albedrío (ya deciden los jefes o las máquinas) y la vida relacional (ya que se fomenta la competencia y la verticalidad). Este hecho producirá un resultado muy, muy peligroso, a saber, la infantilización de la sociedad como consecuencia de un acto productivo monótono, repetitivo, irresponsable e ininteligente y también, a raíz del acto de ser manejado continuamente por las instituciones, las cuales, se encargarán de "cuidar" de los individuos desde la cuna (nacimiento asistido e institucionalizado) hasta la tumba (muerte en el mismo lugar en el que se produce el nacimiento).
¿Cómo podemos definir el hecho de dominar? Bien, en primer lugar, dominar es destruir. Parece obvio, pero esto no termina de quedar claro en la gente. Los poderes políticos y económicos necesitan destruir a la sociedad en su conjunto, despojarla de su cultura, de sus tradiciones y de sus valores, para poder ser así dominada sin ningún impedimento. En segundo lugar, dominar es reprimir, a través de la policía, los jueces, las cárceles. En tercer lugar, es adoctrinar. Esto se logrará a través de los gigantescos poderes mediáticos y de la educación pública. En cuarto lugar, es adiestrar y amaestrar del mismo modo que se hace con los animales de compañía. Esto consistirá en crear hábitos, conductas, respuestas predefinidas a estímulos determinados. El lugar en el que esto se logrará y se conseguirá será en las fábricas y en las oficinas. Por último, dominar será también imponer determinadas relaciones sociales a través de la ingeniería social.

En resumen, el poder no puede aceptar la existencia de seres humanos inteligentes. El trabajo asalariado, tanto de fábrica como de oficina, estarán hechos y "pensados" precisamente para eso, para no pensar. La organización científica del trabajo y su continua investigación y desarrollo (I+D famoso) permitirá que mediante procesos cada vez más sutiles e imperceptibles, esto sea cada vez más peligroso para los seres humanos.
Trabajo y capital monopolista. Harry Braverman.
Analicemos ahora lo ocurrido durante la I Guerra Mundial (1914 - 1918), conflicto en el que murieron cerca de cinco millones de alemanes y otros tres terminaron desaparecidos. ¿Cómo puede explicarse que tantos millones de personas se pongan el uniforme y caminen sin decir ni "mu" hacia las trincheras, el frente de batalla, o mejor dicho, hacia el matadero? La respuesta nos la dará la gran industrialización de Alemania durante el siglo XIX, hecho que había convertido a la población, ya pasados los años, en seres humanos robotizados, sumisos, desintegrados y tan dóciles que fueron incapaces de oponer la más mínima resistencia a aquella locura. Lo mismo ocurriría con los ingleses, pioneros en el montaje de todo este tinglado del Capitalismo con su famosa "Revolución industrial", ese "maravilloso prodigio" que nos ha traído la modernidad, el progreso y la libertad a toda la humanidad, según la historiografía oficial del Imperio. 
En otros términos, según Harry Braverman, en su obra titulada "Trabajo y Capital monopolista: la degradación del trabajo asalariado en el siglo XX" el trabajo asalariado lejos de ser una mera explotación o de que nos paguen salarios bajos, ha de comprenderse como una herramienta que nos destruye, que nos desintegra como seres humanos, conclusión semejante a la que llegó la filosofa francesa Simone Weil tras su experiencia en una fábrica de coches de la marca Renault.

La revolución llevada a cabo por el pueblo asturiano tras la huelga general del año 1934 y su resistencia al poder, a la tiranía y a las instituciones, evidencian un hecho diametralmente opuesto al citado anteriormente sobre la Alemania de principios de siglo. Su fuerza y su tesón demuestra que aún conservaban elementos contrarios al modo de existencia promovido por el Capitalismo, elementos humanos. Cuando se acaban estos elementos, se acaba la lucha, como así sucedió años después, ya en pleno franquismo. De hecho, los mineros asturianos eran los trabajadores mejor pagados del país. Lo que nos llevaría a una idea fundamental en todo esto: "el capitalismo tiene que ser negado mediante las reservas de lo humano que queden en nuestros corazones". Sólo así podremos hacerle frente, porque si llevamos el capitalismo dentro (egoísmo, avaricia, interés particular) no conseguiremos absolutamente nada, excepto que nos lleven directos a la trituradora.

Fuente: Somos Conocimiento; http://somosconocimiento.blogspot.com.es

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